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Proyecto Gallicia

Segunda reflexión

El pensamiento es un artilugio peligroso. Que resulte abstracto e intangible lo hace todavía más amenazador. Cualquier individuo puede pensar, por ejemplo, al menos una vez en su vida, en vivir una gran aventura; sin embargo, muy pocas personas encuentran dentro de sí mismas el valor necesario para adentrarse en un camino incierto. Algunos creen pensar en grande, pero actúan con gestos tímidos y diminutos. Como la gran masa, como ese gran banco de peces que sigue el baile de la corriente.

Mi princesa se habría atrevido a vivir de otra manera. Lo llevaba en la sangre, como yo: era una recolectora del tiempo. Solo con recordarla se me retuerce algo aquí adentro que exprime mi dolor y mi impotencia. Debo olvidarla, sé que ahora ya no es más que una sombra, pero dudo que la culpa vaya a permitírmelo.

María Oruña

(Un lugar donde ir)
Marzo 2019
Proyecto Gallicia

Toda humilde belleza…

Vago xirón de brétema, atavío soberbio de irta xesta, reidora,

fulgurante doíña de rocío (pazo do sol e lágrima da aurora);

raiola de lunar que bica o río, flor mareliña que entre espiñas chora,

ou das redes da a araña un tenue fío, toda humilde belleza me namora.

É un vermiño de luz o amigo caro do meu nume saudoso… Antes reparo

na nudez adorable dunha estrela

que nas rosas dos vales, que sorríen, que nos mantos dos pinos, que se engríen,

que nas blondas do mar, que se rebela.

(Antonio Noriega Varela)

Proyecto Gallicia

En el cielo, teniendo como epicentro la linterna del faro, las gaviotas picoteaban el silencio. Había un saber burlón en aquella alerta de las aves del mar. Un cuchicheo de forajidos. Se alejaban para luego retornar más cercanas, en círculos cada vez más insolentes. Se tomaban esa confianza, compartiendo con jactancia un secreto que el resto de la existencia prefería ignorar. Brinco miró de soslayo, divertido con el escándalo de las aves del mar. Sabía que él era la causa de la excitación. Que estaban al acecho. Que esperaban la señal decisiva.

—Mi padre sabe el nombre de todas estas piedras

—dijo Fins, intentando desatarse del curso de las cosas—. Las que se ven y las que no se ven

Javier Rivas

(Todo es silencio)
Proyecto Gallicia

Conoces a alguien, te enamoras, creas una vida en común, llegan los hijos y el trabajo se hace cada vez más absorbente y estresante para ambos. Te mudas de ciudad cuatro veces en tres años y entonces, un día, cuando estáis desayunando, ves en la mirada del otro que ya no está enamorado de ti. En algún momento del camino, el amor ha sido atropellado y yace en la cuneta, muerto o malherido.

Pero ya estás tan atrapada en tus propias redes que salir a su rescate parece una tarea titánica y demasiado difícil, porque además no sabes quién ha sido el culpable. Y entonces no sabes qué hacer, salvo revolverte de dolor, sentir cómo se consumen tus propias entrañas mientras te preguntas una y otra vez qué es lo que has hecho mal.

Manuel Loureiro

(Fulgor)